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Un espacio de reflexión y crecimiento personal

Resilientes para avanzar


Las palmeras son un claro ejemplo de la resiliencia. Se doblan, se inclinan y sufren el abate de las tormentas pero vuelven a levantarse, y vuelven a crecer.

La resiliencia es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones difíciles y sobreponerse a ellas, es la cualidad que nos ayuda a salir de los problemas, es el coraje de continuar frente a las dificultades, realizando ajustes y cambios para avanzar. Es la capacidad de un individuo o grupo social de desarrollarse positivamente a pesar de las duras condiciones de vida y aún salir fortalecidos y ser transformados por ellas.

La resiliencia es mirar y experimentar las situaciones, pero no permanecer en ellas. Es lo que podría llamarse “optimismo realista”, como dicen los estudiosos, lo que los lleva a pensar: “Tengo opciones y puedo realizarlas”. El resiliente busca oportunidades para el agradecimiento y el aprecio, las pequeñas cosas de todos los días que traen alegría. Hasta de las malas experiencias se sacan lecciones positivas.

La resiliencia nos indica que no solo creemos en nosotros mismos sino en algo más grande que nosotros mismos: nuestros valores, nuestra fe, el significado de la vida. “La gente resiliente no permite que la adversidad la defina –escribe Hara Marano–, sino que encuentran resiliencia al ir hacia una meta más allá de ellos mismos, trascendiendo el dolor y tristeza al percibir que los tiempos malos son temporarios. La gente resiliente tiene cicatrices para mostrar a causa de su experiencia. La resiliencia no es la habilidad de evitar el daño. No es algo mágico”, escribe esta terapeuta.

Frente a los problemas y desafíos que vivimos, elijamos ser resilientes, flexibles, luchadores e inspiradores. Aprendamos de las palmeras.

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