Medir para Crecer

La premisa es la siguiente: Lo que se mide, se puede mejorar. Lo que se mide, se puede potenciar. Lo que se mide se puede analizar y superar. Pero... ¿y lo que no se mide?

Todos tenemos actividades y responsabilidades en nuestras vidas, pero… si no las medimos y evaluamos, difícilmente se podrán mejorar, cambiar o multiplicar. El refrán dice: El ojo del amo engorda el buey. Nuestra atención y nuestro seguimiento es lo que marcará la diferencia.

Si algo es importante para nosotros, lo debemos medir. Aquello que no supervisamos ni medimos difícilmente prospere. La medición nos lleva a entender cómo estamos avanzando o por qué estamos retrocediendo.

Si vamos al gimnasio, evaluaremos la cantidad de sentadillas que hacemos, y los kilos que levantamos en las pesas. Si salimos a caminar, ¿cuántos minutos y cuántos kilómetros caminamos?

Si leemos libros, sería bueno escribir qué libros leemos y cuántos leemos al año. Si organizamos nuestro tiempo, seremos más productivos. Aquello que evaluamos nos hace tomar conciencia del uso de nuestros recursos, nuestros objetivos.

Aun aquellas cosas que no son fácilmente medibles se pueden evaluar. ¿Cuánto tiempo por semana dispongo de atender a mi familia? ¿Estoy atento a mis seres queridos para alentarlos e inspirarlos? ¿Estoy avanzando en las áreas de prioridad en mi vida? ¿Estoy atento a mi alimentación? ¿A mi salud? ¿A saber cómo están mis finanzas? ¿Estoy midiendo las tareas escolares de mis hijos? ¿Tomo tiempo apropiado de descanso y esparcimiento?

El mejor consejo es tener un cuaderno en la mesa de luz, y cada noche evaluar la productividad de tu día. ¿Qué hiciste? ¿Qué dejaste de hacer? ¿Te organizaste mejor?

Haz una lista de todas tus responsabilidades y asígnales una prioridad y un sistema de medición. Y así verás cómo aumentará tu productividad y la de tu familia. El tiempo es corto. Aprovechemos la vida con una mejor medición.