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Un espacio de reflexión y crecimiento personal

El principio de Ricitos de Oro


¿Habrá una lección o un principio para aprender de un cuento infantil? Hay una regla psicológica que se llama el “efecto Ricitos de Oro” que nos puede resultar útil en la vida diaria.

En el cuento de Ricitos de Oro y los Tres Osos, una niña llamada Ricitos de Oro entra en la casa de tres osos, Papá Oso, Mamá Oso y Oso Pequeño, quienes había salido a pasear por el bosque. Al entrar, ella vio tres platos de sopa y las probó: la del Papá Oso estaba demasiado caliente. La de Mamá Oso estaba fría, pero cuando probó la sopa del Oso Pequeño que estaba en la temperatura justa, le gustó y se la comió.

Luego decidió descansar, y probó los tres sillones. La de Papá Oso le quedaba muy grande, la de Mamá Oso también le quedaba grande. Subió al sillón de Oso Pequeño, pero la rompió. Así que decidió descansar. Fue a los dormitorios y encontró que la cama de Papá Oso era demasiado grande, y la cama de Mamá Oso era demasiado blanda. Pero en la cómoda cama de Oso Pequeño, se quedó dormida.

Regresaron los osos, y comenzaron a gritar:

-¿Quién ha probado mi sopa?

-¿Quién ha roto mi sillón?

-¿Quién se ha acostado en mi cama?

Oso Pequeño encontró a Ricitos de Oro dormida y dijo: ¡Alguien se ha metido en mi cama! Allí fue que Ricitos de Oro se despertó y se escapó al bosque y jamás regresó.

¿Qué podemos aprender, por lo tanto, de esta historia? Esto es lo que se llama la regla de Ricitos de Oro. Ni demasiado caliente, ni demasiado frío, sino el nivel justo.

A nosotros los humanos nos gustan los desafíos, pero solo si están dentro un margen óptimo de desafío, de dificultad. Por ejemplo, si juegas al ajedrez con un niño, puedes terminar aburrido. Si juegas al ajedrez con un profesional, encontrarás que el desafío es excesivo. Pero si juegas con alguien a tu propio nivel o un poco mayor, quizás ganes o pierdas; por lo tanto, tienes el desafío de esforzarte para poder ganar. Teniendo este margen de desafío, te enfocarás y te desafiarás a ganar.

Las ciencias y la psicología nos enseñan que tener un desafío alcanzable (no imposible ni demasiado distante) es lo que nos hace enfocarnos y motivarnos. Las tareas debajo de nuestras habilidades pueden aburrirnos, y las áreas demasiado fuera de nuestro alcance nos desalientan y nos intimidan. Pero las tareas que están a la par de nuestras capacidades y un poco más altas son los desafíos que más nos motivan.

Por eso, para poder aumentar nuestro rinde de manera posible y realista, enfócate en definir metas a tu nivel actuar o un poco más. Estírate un poco más paso a paso y lograrás mucho más que dando saltos fuera de tu alcance, que te dejen desalentado y quizás agotado, al punto de abandonar. Y los logros más manejables te inspirarán a seguir avanzando.

El psicólogo Gilbert Brim escribe: “Uno de los recursos importantes de la felicidad humana es trabajar en tareas a un nivel adecuado de dificultad, ni demasiado difícil, ni demasiado fácil.”

Es decir, trabajar sobre los desafíos que nos producen un nivel óptimo de dificultad nos motiva y nos produce bienestar. No solo tienes que encontrar el nivel adecuado de exigencia, sino también necesitas aprender a medir tus progresos, para poder evaluar tu avance. El cerebro humano necesita poder medir y evaluar no solo los problemas o desafíos sino también los logros.

Si equilibramos estos dos aspectos en nuestras vidas, lograremos aumentar nuestro potencial.

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