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Un espacio de reflexión y crecimiento personal

LA CREMA SIEMPRE TERMINA FLOTANDO


Ahora que tantas cosas han retrocedido a los tiempos de las cavernas, uno con algunos años recuerda las cosas de la infancia... Y uno de mis recuerdos era que dejaban gruesas botellas de leche en el porche de nuestra casa...y si por ahí me daban ganas, abría la tapita de metal a escondidas, lo doblaba por la mitad para hacer un conito y me despachaba... ¡comiendo la rica crema que flotaba arriba!

Por eso, la vida misma refleja esta verdad: la crema siempre sale a flote. Entonces la pregunta sería ¿eres la crema de la vida? O... ¿qué eres entonces? Porque lo que es bueno, lo que es genuino, lo que es de valor termina trepando y trepando hasta llegar arriba. No se queda escondido ni perdido en el fondo.

Los tiempos difíciles en nuestro planeta nos muestran precisamente eso. Un programa de periodismo informaba que debido a los costos, en las compras en las jugueterías han disminuido las filas de juguetes importados, juegos de computación...y se han vuelto a toda máquina a la compra de...bolitas, juegos de ludo, ajedrez, crucigramas, barriletes, muñecas nacionales, figuritas...

Yo digo ¡hurra! por este regreso a la vida simple, a la vida de la familia, a los tiempos de comunión en donde se juega al tatetí, a las damas, donde hemos vuelto a lo verdaderamente esencial de la vida (y antes que me reten, no digo ningún ¡hurra! por la corrupción, ni la violencia, ni tremenda crisis que vivimos). Aclarado esto, quisiera decir que la crisis nos lleva a confrontar lo verdadero, lo decente, lo noble...virtudes que pasaron de moda como un vestido viejo y anticuado. De nosotros, de cada uno de nosotros, depende la sobrevivencia de los valores... ¿por qué entonces sorprendernos de todo lo que nos rodea? Seamos lo que nos toca ser, honestos, trabajadores, gente de familia, gente de compromiso. Para eso estamos...

En los tiempos de la segregación racial en los Estados Unidos, una mujer de raza negra surgió y llegó a la fama por su bellísima voz. Marian Anderson llegó a cantar ante los ricos y famosos de su momento, a pesar del racismo. Logró grandes cosas en su vida profesional. Sin embargo, cuando le preguntaron cuál había sido el momento más feliz de su vida, ella sencillamente contestó: - Mi día más feliz fue cuando mi madre pudo dejar de lavar ropa ajena para sobrevivir.

¡Lo que es crema termina flotando! Lo que es verdadero prevalece, lo que es noble es lo que vale, lo que es genuino vale la pena.

Y discúlpeme que ando apurada... ¡tengo que jugar un gran partido de ajedrez con mi hijo!

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