Tres trampas tramposas en nuestra mente

Hay varios pensamientos tramposos y erróneos que debemos superar en esta batalla de la mente para ser personas más felices. Una persona con bienestar y paz espiritual tiene todas las posibilidades de hacer el bien a su familia, a sus amigos, compañeros de trabajo... Una persona que desborda alegría podrá animar a otros a luchar en la vida, podrá transmitir fe y esperanza. Pero, ¡cuidado con las trampas de pensamiento!
Por eso, analizaremos a continuación tres trampas en nuestra manera de pensar:
UNO. “Debo tener la aprobación de los demás para poder tener valor propio. Si nadie me aprueba, entonces no tengo valor personal.”
Si bien es interesante y agradable recibir la aprobación de los demás, no debe fundamentar nuestra felicidad. Es útil analizar y recibir críticas y opiniones, como también elogios y alabanzas, pero...a la hora de definir los pensamientos, debe ser más importante lo que uno piensa que lo que piensan los demás. Debemos forjar un carácter definido y claro en la vida, basándonos en la sabiduría y principios de Dios—pero no debemos basar nuestras vidas en el qué dirán de los otros.
¿Qué requiere esta manera de pensar? Que aprendamos a tener conciencia propia, decisión propia, y conocimiento de la vida y nuestros valores.
Por ejemplo, nuestros hijos deberán aprender a tomar decisiones por sí solos, ya que enfrentarán esa presión al desenvolverse en el mundo. ¿Serán presionados a abandonar sus principios? ¿Serán desviados sus valores? Eduquemos con firmeza y claridad para que ellos construyan sus valores y principios que con los años harán propios.
Y en el caso de necesitar una opinión o consejo, busquemos de personas sabias, espirituales, y desinteresadas que puedan orientarnos ante una dificultad.
Otra trampa en nuestro pensamiento es el siguiente:
DOS. “No debo tener problemas para ser una persona feliz. El fin de mi vida es eliminar todos mis problemas para ser una persona feliz y productiva.”
¡Qué locura pensar que una vida ideal está exenta de problemas! En este caso, sufren las personas que son idealistas o personas cuyos padres no permitieron madurar y crecer en la vida—es un error de los padres sobreproteger a sus hijos, ya que tarde o temprano sufrirán de este sentimiento de ineptitud frente a la vida.
Porque tener problemas es parte de la vivencia humana.
Por cierto que tendremos otra actitud y otra conciencia frente a la vida—pero no hay garantía de exención de problemas. Veamos los problemas por lo que son: desafíos a nuestra capacidad de resolución y actitud de lucha.
TRES. “Todos me deben tratar bien porque soy una buena persona.”
Muchos caen en la trampa de este pensamiento: es el pensamiento de creer que el ser buenos o correctos nos inmunizará a los malos tratos o falta de respeto. ¡Qué ilusión! Si bien es muy agradable el buen trato, lo cual sería maravilloso en todo momento, la realidad nos indica que no es así: hay todo tipo de personas y conductas, pero entendamos que su trato no define nuestro valor como personas.
CONCLUSIÓN
Mejor vivir con los ojos bien abiertos frente a la realidad, sin perder el buen trato, pero tampoco sin depender de cómo los demás nos traten.