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Un espacio de reflexión y crecimiento personal

Quitando el aguijón de las críticas


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Una de las maneras más fáciles de perder el sentido del humor, el sentido de la alegría en la vida, es... ¡desmoronarse ante la crítica! Cuán fácilmente caemos en desánimo a causa de alguna crítica...

- Quizás de alguna persona pasajera en nuestras vidas.

- Quizás de nuestro cónyuge.

- Quizás de parientes.

- Quizás de los hijos.

- Quizás del jefe.

- Quizás del vecino.

Con una palabra que nos hiere, ¡queremos salir corriendo y huir del planeta! Nos acobardamos, nos sentimos disminuidos, nos condenamos, echamos culpas a los demás...

¿Cómo hacer, entonces, para que la crítica no nos duela tanto? La habilidad de recibir y dar críticas productivamente es un arte muy importante en nuestra relación con los demás.

Analizando a ejecutivos de empresas que fueron despedidos, se llegó a la conclusión que fallaban en dos áreas principales:

1. No eran sensibles a las necesidades de las personas a su alrededor.

2. No soportaban ni sabían responder a las críticas.

El problema es que al pensar en la palabra “crítica” ya nos ponemos quisquillosos y sensibles. Pensamos en la siguiente ecuación: crítica = destrucción. Asociamos inmediatamente a crítica con encontrar fallas y defectos en una persona o situación. Temblamos al imaginar que alguien nos pueda criticar. Es lógico entender que hay crítica destructiva y malicioso, pero en realidad - gran parte de la crítica es útil para enseñarnos y mejorarnos. La crítica puede ser un tratamiento útil de trabajar y fortalecernos en nuestro valor propio. Si la crítica nos destruye excesivamente (robándonos alegría y paz), ¿no será que estamos dependiendo demasiado de la opinión de otros?

Una crítica debe llegar a ser eso: una crítica, observación, reflexión respecto a algo que puede cambiar, que puede ser mejorado. Debemos ser nosotros mismos los primeros en auto-examinarnos. Si es así, será más fácil recibir de otros.

La manera básica de minimizar el aguijón de la crítica es siendo honestos y comprendiendo algunos principios básicos. Si analizamos la crítica, tomamos en cuenta quién nos critica, y el por qué lo hace, y por qué nos afecta tanto, podremos vencer la herida de la crítica.

Por eso como adultos debemos cuidarnos de no ser tan criticones con nuestros hijos. Por eso como maestros debemos tener cuidado con nuestros alumnos. Por eso como cónyuges debemos vigilar nuestras palabras. ¡Las palabras destruyen y hieren a otros!

Se ha estimado que un niño, entre los 6 y 12 años, ha sido criticado...ni más ni menos, ¡16.000 veces! Si lo pensamos bien, no es de sorprendernos que en nuestros años adultos—nos resintamos con la crítica y hagamos lo imposible para evadirlo, esquivarlo o excusarlo.

Si un niño ha recibido mucha carga negativa de sus padres, en la intimidad de su espíritu seguirá escuchando estos reproches:

  • ¡Inútil! ¡Cuándo harás bien las cosas!

  • ¡Cobarde! ¡Los niños no lloran!

  • No te quiero más porque te has portado mal.

  • ¡Torpe! ¡Cuándo prestarás atención a las cosas!

  • ¡Éste sí que es un hijo mal agradecido!

  • Con este carácter, ¡quién te aguantará!

La lista sigue interminable. Al momento de tomar decisiones, o enfrentar los problemas, resuenan estas palabras en nuestra mente...y ya nos predisponemos al fracaso, al desastre...

Ni nos damos cuenta que terminamos nosotros mismos pensado así:

  • ¡Cómo no me van a salir mal las cosas si soy un desastre!

  • Ya me conozco... nunca termino lo que empiezo...

  • Mi cónyuge tiene razón - nunca podré complacerlo.

  • Mis hijos tienen razón - soy obesa, y nunca podré adelgazar.

  • Mi madre tenía razón - no soy buena para-----

  • Soy feo, y no tengo buen físico - con razón nadie me quiere...

  • Nunca me casaré porque a quién le puedo importar.

Debemos destacar un principio importante si queremos vencer el aguijón de la crítica: No fuimos ni somos responsables de las críticas de los demás—pero sí soy responsable de la manera en que me trato a mí mismo. No podrás evitar las críticas ni gente que critique. Para enfrentar mejor este problema, deberás...

¡No tomar personalmente las críticas! Piensa que ni la persona que aparenta más indiferencia es inmune a las críticas. Toda persona sufre críticas en manos de otros. No pienses que eres una víctima de la situación: simplemente estás recibiendo una crítica que deberás evaluar con la mayor frialdad posible. Aunque nuestras emociones nos traicionen, debemos separar dos cosas: la persona y lo que la persona dice.

Siempre podemos aprender algo útil de la situación: si la crítica es merecida justa, recibámosla, aun cuando la persona que nos criticó lo dijo de manera grosera o injusta. Seremos enriquecidos si examinamos la crítica por sí sola, y la analizamos en tranquilidad. Justamente las personas nos dicen las verdades más profundas y dolorosas cuando están enojadas. Cuando la persona está tranquila, quizás ni te corrige ni te critica. Por eso, hasta el enojo tiene valor. Por lo menos, se descubre realmente lo que piensa la persona, que de otro modo ni nos enteraríamos.

No es nada fácil, es obvio, pero sí puede ser una experiencia productiva. Cuando alguien te critica, piensa, - Si lo que la persona acaba de decirme lo hubiera encontrado escrito en un libro, ¿lo hubiera recibido?

Se ha dicho que en la escuela de la vida primero nos toman el examen y luego aprendemos la lección. ¡Suena al revés! Pero así es la realidad: la experiencia y las lecciones de la vida nos van capacitando para poder sacar el máximo provecho a las cosas.

Por eso, para aprender a recibir críticas, debemos afirmarnos en nuestro valor personal como personas, pero no dejar de examinar si la crítica nos ha sido útil para cambiar o mejorar.

Consejos finales para criticar a otros...si es que es absolutamente necesario:

  • Enfocar en que la crítica está dada para mejorar una situación, no para destruir la persona, sino para animarla a que siga adelante.

  • Buscar el momento apropiado para criticar. Criticar cuando estamos enojados, por ejemplo, es contraproducente... ¡sobre todo en el matrimonio y con los hijos!

  • Comienza valorando a la persona, y reafirmando aquello que sí hace bien, y luego, con gracia, observar aquello que debiera ser mejorado o cambiado.

  • No critiques cuando es demasiado tarde para remediar la situación. No digas: Tu dibujo es desprolijo y horrible...sino...Tu próximo dibujo saldrá mejor si prestas más atención...

  • Critica si es posible, con una alternativa o dos en la mano. ¡Es fácil criticar! Se ha dicho que hay quienes opinan simplemente porque tienen boca...pero, ¿cuántos critican con sugerencias y soluciones?

  • Critica expresando tu preocupación e interés por la situación.

  • Evita criticar a la persona, y busca más bien hablar del hecho mismo.

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